
La mitología del trabajo
El maestro manda a llamar a Hércules, pues no se encontraba ante su presencia. Cuando llega le encomienda su próxima actividad: “Ve y busca al toro que está pastando en la isla. El regente de la isla tiene intenciones de sacrificarlo. Capturarlo antes de que sea sacrificado.” El toro se encontraba pastando en una isla de tres picos montañosos, totalmente rodeada de agua.
Cuando nuestro héroe logra capturarlo, lo monta como si fuese un caballo, y lo lleva a tierra firme. En la orilla se encontraban 3 doncellas junto a 3 cíclopes y al ver a Hércules montando al toro, una de las doncellas dice “Viene con el toro con gran fuerza”. La otra doncella dice: “Trae mucha luz” y la última decreta “Su movimiento sobre el toro es como el movimiento de las olas”
Las doncellas le preguntan: ¿Quién eres tu?
Hércules: Soy un hijo de Dios.
Las doncellas: ¿Por qué has traído este toro hasta aquí?
Hércules: Lo he rescatado para que no lo mataran en la isla. Sin presumir y terminando su tarea les deja el toro y se retira para volver con su maestro.
Cuando llega a su encuentro el maestro le dice: ¿Dónde esta el toro?
A lo que Hércules le dice, sin sentir que ha cometido un error: “Usted quiso que yo rescatara al toro y lo trajera a tierra firme. Usted no me pidió que yo se lo trajera”.
Interpretación
Después de haber transitado la fuerte energía impulsora del signo de Aries, Hércules se dispuso a reposar. Es natural que tendamos a la inercia una vez realizada una acción, pero cuando se inicia un camino de ascensión, el aspirante tiene un arduo camino por delante. La energía taurina ya se manifiesta desde su inicio, como todo toro, el impulso al movimiento es muy distinto al que se transitó en Aries
Esta vez la misión es la de rescatar a un toro que se encuentra encerrado, siendo engordado para su sacrificio y no casualmente en una isla de 3 picos rodeada de agua. Esta importante simbología hace referencia a los 3 chacras inferiores en nuestro cuerpo y el encontrase rodeado de agua, alude directamente a las emociones que tienen estrecha relación con dichos centros energéticos.
El toro no puede ver las bellezas mas allá de los 3 picos que lo rodean, no puede contemplar que en tierra firme están los verdaderos manjares de la existencia. La luz y la belleza que se deposita en nuestro interior es mucho mayor que la que se encuentra en la mera satisfacción de los centros inferiores.
Hércules debe llevar al toro desde los centros inferiores (la isla) a los centros superiores (tierra firme), cumpliendo la función de nuestro chakra garganta, es el modo por el cual el toro puede salir de su prisión, sobrevolar las aguas de las emociones, y llegar así a su destino.
Nuestro día a día no dista mucho de esta analogía, respirando, comiendo, usando la lengua sin conciencia, sin prestarle la debida atención a esa energía que fluye a través nuestro, que nos completa y nos mantiene, que atraviesa la esencia de la cosas. Somos como el toro que come y respira sin prestar atención a esa maravillosa existencia.
Tomando consciencia de la respiración, ingresamos a nuestro SER, desde ahí podemos acceder al trasfondo que todo lo impregna, podemos ver mas allá de los tres picos en la isla. Logramos ser livianos para elevarnos por el aire y superar ese mar emocional. Esta nueva visión nos transforma, devolviéndonos el olvidado gusto por lo superior y la espada de mercurio empieza a trabajar, se empieza a afilar para expresar y decretar lo DIVINO que hay en nostros. (Los cíclopes hacen alusión a los elementales del aire)
Hércules llega a tierra firme y lo esperan las tres doncellas, que corresponden a las energías del PODER, LA LUZ y EL RITMO, estos seres cuando ven llegar al Hijo de Dios, dicen las frases que connotan lo que ellas realmente son. Cada una ve una imagen distinta de la misma situación y eso se corresponde a que cada uno de nosotros vemos y proyectamos la energía que somos. No podemos ver lo que no somos.
En el diálogo que se entabla entre Hércules y las doncellas se puede observar, como cambia su forma de ver la realidad, ya que no responde con su nombre (Hércules) sino diciendo “Soy un hijo de dios” dejando de lado su ego y asumiendo una responsabilidad superior. Humildemente deja al toro en tierra firme, ya convertido en pura LUZ Y PODER DE SABIDURÍA se dirige a su maestro sin mas satisfacción que haber cumplido la tarea, sin alardear ni demostrar con plena humildad sabiendo que solamente tiene que llevar a su YO SOY.
El corrector Pensar, el corrector Sentir y el corrector Actuar es lo que permiten tener la coherencia en nuestro interior es lo que permiten conectar con el trasfondo, con la pulsación, es lo permite elevar al toro para ponerlo en el paraíso y cuando llegamos en algún a ese punto ya nos nos interesa volver a pastar entre los cerros.
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