
El sol sale disipando la oscuridad y más allá de que nuestros ojos no puedan verlo, Él siempre está. En sus ciclos de ir y devenir, Madre Gaia se expresa y el árbol afectado por dichos ciclos, se esmera con voluntad, en solamente alcanzar la luz.
Así el árbol, en su constante ir en la búsqueda de la luz, no presta atención a los cambios, fluye con la vida con la sinfonía de la vida y confía en que siempre hay luz para alcanzar, y que siempre va a enraizar esa luz para transmutar su entorno, sin tampoco importarle cuánta maleza haya cerca de sus raíces ni cuántas nubes grises se encuentren tapan al sol.
Meditación activa 03
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